Las 10 peores cosas que te pueden pasar al acabar un videojuego

¡Por fin! Después de semanas de luchar contra las fuerzas del mal, buscar todos los tesoros, y resolver acertijos imposibles, nos encontramos cara a cara con el (o la) jefe final del videojuego. Tras varias vidas perdidas, estudiamos su patrón en una batalla épica y lo usamos en su contra para conseguir la victoria. Nos relajamos en la silla, listos para ver el final del juego, cuando…

10: Suena el teléfono
Justo cuando estamos dando el golpe de gracia a aquel antagonista que nos ha hecho la vida de cuadritos por semanas, se hace presente el timbre de ese aparato tan intrusivo—tras pasarse el día silencioso—y suele suceder cuando estamos solos en casa. Tratamos de ignorarlo, pero los timbrazos se hacen más insistentes. Sentimos un gran alivio cuando deja de sonar.

9: La trivialidad
Día a día tenemos que convivir con no-gamers, quienes suelen atinarle a la escena final de un juego para preguntarnos si hemos visto al gato que lleva horas desaparecido. “¿A mí qué me importa el gato?”, pensamos. “¡Acabo de destruir al mayor mal del universo que nos puso en peligro a todos… a todos!” Pero en lugar de decirlo, respondemos con un gruñido que apenas puede considerarse como una respuesta verbal, y que, sabemos, será usado como evidencia en nuestra contra en un futuro no muy lejano.

8: El final excesivamente complicado
Muchos juegos—especialmente los RPG japoneses—tienen historias complejas y personajes profundos; la psicología de éstos tienen un impacto directo en los sucesos de la historia, y los sucesos de la historia tienen un impacto igual y opuesto en la psicología de los personajes, convergiendo así en la escena final, haciéndose presente un clímax que se desvía de la estructura aristotélica del medio en cuestión, otorgándonos un complicado amalgama de elementos… mejor lo busco en Wikipedia.

7: Suena el teléfono
Ignorar los timbrazos del teléfono una segunda vez es más difícil. Claro que se podría tratar de una llamada distinta a la primera, pero que coincidencia que no ha sonado en todo el día, y de pronto las llamadas se vuelvan tan insistentes. ¿Y si se tratara de una emergencia? Hacemos un rápido juicio mental hasta que los timbrazos cesan de nuevo, y decidimos que no hay de qué preocuparse.

6: El final fácil
Los juegos con múltiples finales ya es costumbre. Si bien en juegos como Fallout 3 o Infamous sabemos de ésta característica desde el momento que los introducimos en nuestras consolas, en otros—como el primer Silent Hill—ésto es más esotérico; especialmente cuando se basa en la dificultad, más que en la moralidad. Y vaya que es horrible enterarse que el final que vimos, que encima creemos fue difícil conseguir, es el más sencillo de alcanzar.

5: El cliffhanger
Hoy en día, un título exitoso sin secuela es cosa rara. Para asegurar que los gamers compren el siguiente título en la serie, algunos programadores suelen dejar la historia de sus videojuegos inconclusa. Algo de lo que solo nos enteramos al terminar el juego y que suele provocar que nos arranquemos los pelos de la cabeza; cosa que aumenta exponencialmente al recordar que la siguiente entrega saldrá en un lustro. Gracias, Ubisoft.

4: Se va la luz
No hay peor impedimento doméstico para ver el final de un videojuego que, tras maniobrar a Cole MacGrath en Infamous 2 con suficiente agilidad y, por fin, derrotar a The Beast y acomodarnos en la silla, listos para ver la escena final de aquella secuela que llevamos años esperando… y, de pronto y sin previo aviso, nos quedemos a oscuras… en silencio… solos con las víboras y tarántulas verbales. Si sólo Cole estuviera aquí…

3: Suena el teléfono
Tres veces no es normal. Seguro se trata de una emergencia. Una mayor emergencia que evitar que la Corporación Umbrella siga experimentando con diversas clases de virus con el fin de… quién sabe qué. Abandonamos la conclusión de la historia en la que llevamos sumergidos por semanas y levantamos la bocina. Nos tenemos que armar de paciencia, y de un Dispel para curar nuestro Berserk al decir: “no, señorita. Aquí no vive Conchita”

2: El final inexistente
Familiar cercano del cliffhanger, pero peor en todos los sentidos, que ocurría con frecuencia en los días de las consolas de 8 y 16 bits. Al no poder salvar el juego, uno tenía que sentarse frente al televisor por días y hacer el mejor uso de sus reflejos para poder terminar un juego. Una vez completado tan devastador periplo, algunos programadores tenían la idea que, la mejor manera de recompensar el sudor y sangre de un gamer, era felicitarlo e informarle ya había terminado el juego—información innecesaria, ya que las ampollas en los pulgares podían atestiguar éste hecho—con texto blanco. Y fondo negro… y nada más.

1: Saltearse el final
Un tip: siempre probar que los cut-scenes se pueden pausar desde la primera escena. No hay cosa peor que apretar start decididamente y voltearnos a platicar con alguien, solo para ser recibidos por pantalla del título al regresar nuestra atención al televisor, con el cursor sobre la (burlona) opción de “New Game”. No existe peor razón para perderse la última escena de un juego… que la propia incompetencia.

Muy bueno!

GENIAAAAAAAL!

me ecanta, lo subo a destacados y +1

EDITO: el +1 ya lo di, pero no se por que no anda algunas herramientas de administracion.

por suerte hasta ahora no me paso nada de eso e.e

ElAiel escribió:por suerte hasta ahora no me paso nada de eso e.e

A mi tampoco, pocas veces terminé un juego.

Pero si me pasan en otras situaciones

+1

A mi me pasó solo una vez uno de esos: El 4, el de que se va la luz.
Estaba jugando a un zelda con un amigo y se corta la luz.
Mi amigo dijo FUUUUU y yo dije :50:

+1 jajaja es buenisimo xD