Un Comienzo del Fin del mundo
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Un Comienzo del Fin del mundo
Un Comienzo del Fin del Mundo
Sabemos que todo lo que vemos y oímos, cualquier estímulo, puede generar una sensación, una emoción, un sentimiento, un pensamiento, un acto reflejo, un estado de ánimo o una conducta. Todo lo que percibimos nos genera respuestas en estos y otros términos, y nos puede llevar a actuar de una u otra forma.
Ver un arma apuntando hacia nosotros puede generar dentro nuestro una sensación de miedo, y si el armado se nos acerca, puede que instintiva o premeditadamente comencemos a correr para escapar. Ver un perro lastimado en la calle puede sumirnos en un estado de melancolía, y hacernos recordar aquella perrita que murió cuando éramos chicos. Una canción puede movernos por dentro y por fuera, alegrarnos el día o arruinárnoslo. Una película puede cambiar tu modo de ver la vida y el mundo, y así modificar por siempre tu conducta y tu mente.
Esto sucedió en Posadas, en la Provincia Argentina de Misiones…
Un artista de la ciudad, de quien no conoceremos jamás el nombre, fue el encargado de crear la escultura que adornaría la plaza central de Posadas, la que está en frente de la nueva Casa de Gobierno provincial. La escultura estaría formada por una serie de menhires de diversos materiales. No sería muy difícil su construcción, y en poco tiempo estuvo terminado y emplazado en medio de la ciudad.
Como toda obra de arte, las esculturas y megalitos generan en quienes las miran una serie de sensaciones y emociones. Pero esta no era una obra común. Era un megalito (un menhir) muy particular, con una forma muy particular, y que generaba en quien la miraba una serie de sensaciones puntuales. Al poco tiempo de que estuviera en su lugar y terminado, la gente que pasaba por la calle se agolpaba en torno a la obra de arte, mirándola atónitos. Ver el megalito generaba efectos muy puntuales en el sistema nervioso, en el cerebro y la mente. Despertaba un cúmulo de sensaciones y emociones que derivaban en conductas social y personalmente destructivas.
Generaba fanatismo y obsesión, las personas que veían el megalito no podían olvidarlo ni dejar de pensar en él. Generaba enamoramiento, la gente se enamoraba y omnubilaba por el menhir. Generaba también un sentimiento de ira, descontrol y sufrimiento interno. Generaba delirios de todo tipo. En los primeros minutos, cada visualizador de la obra vivía una sensación de culto por el objeto. En las horas siguientes una catarata de pensamientos trastornados y aberraciones se venían a la mente de aquellos hombres y mujeres. Las personas que lo veían, comenzaban a tener conductas horribles, violentas. Las víctimas del megalito se abstraían, se enajenaban, y en estados de euforia y entre delirios persecutorios, atacaban a las personas a su alrededor, las lastimaban, golpeaban, mutilaban y acecinaban.
Pero los afectados por el menhir no solo mataban. En pocas horas, cayeron en la antropofagia y el canibalismo. Tenian reacciones intintivas al ver mujeres embarazadas: las golpeaban hasta generarles un aborto. Las mismas mujeres que llevaban niños en su vientre, al ver el menhir se abstraían de la realidad y buscaban de todas las formas posibles quitarle la vida al niño por nacer. Los afectados también torturaron gente raptada al azar. Hubo grupos enteros de afectados que se movieron como en manada para asaltar barrios enteros, destruir todo, generar incendios y vandalismo, muerte. Grandes masas de personas asaltaron sedes gubernamentales y generaon masacres por toda la ciudad.
Más tarde, los afectados comenzaron una serie de suicidios en masa. Muchos se agolparon nuevamente alrededor del objeto cuando atardeció. Espontáneamente, algunos iban directo a él y se clavaban en las filosas puntas superiores de la obra. Morían desangrados y desgarrados. Otros se tiraron bajo los trenes, de los puentes, o en medio del tránsito. Algunos se sobremedicaron o pasaron de droga, se cortaron las venas, o pegaron un tiro. Una serie de personas organizaron suicidios grupales tan horribles, como hervir decena de litros de agua para arrojarse todos juntos dentro y morir cocinados. Otros se subieron a edificios y se tiraron, también en grupos, generando una pequeña lluvia de suicidas en el centro de la ciudad.
En medio de este caos, la gente que seguía pasando frente al monolito, iba adquiriendo los mismos síntomas y conductas. Con el paso de los días, la ciudad entró en una anarquía incontenible. Hubo miles de muertos.
Pero de vez en cuando, alguien veía el monolito y no le sucedía lo mismo que a los otros. Estas personas “especiales” eran afectadas por el objeto de un modo muy diferente. Se veía en ellos el delirio persecutorio y el culto por el menhir también, pero no los actos de vandalismo, de destrucción, de violencia, ni los instintos antisociales y suicidas. No, no.
Este grupo de personas, que en el inicio del fenómeno eran pocos o nadie, y que con el tiempo y la destrucción, y sobre todo después de los primeros suicidios comenzó a crecer, era un grupo de personas diferente. Estos tenían un enamoramiento tan grande por el objeto, que lo replicarían.
Estas personas especiales buscarían los materiales necesarios, y comenzarían a hacer réplicas del aparato. Réplicas sorprendentemente similares, que por supuesto causaban los mismos efectos en quienes las vieren. En unos pocos días, la plaza principal de Posadas estaba repleta de decenas de monolitos. Los suburbios los tenían también.
A medida que la ciudad se extinguía producto de las aberraciones cometidas por la masa de afectados, los monolitos aparecían en rutas cercanas a la ciudad y pueblos satélites. Allí, los monolitos generaron la misma destrucción. Posadas finalmente se convirtió en las ruinas de lo que era, en una ciudad desierta, con miles de cadáveres por todos lados, y llena de estos extraños objetos.
La plaga de monolitos se extendió en la región, y de ahí a ciudades más grandes. En las ciudades mayores la ola de muertes, suicidios y aberraciones fue gigante, y también la cantidad de afectados especiales que replicarían los objetos. Pronto las naciones aledañas de Uruguay y Paraguay, y las zonas del Noreste y Centro Argentino se verían afectadas.
Desde el resto de ciudades, se intentó investigar lo que sucedía primero en Posadas y luego en el resto de la zona. Pero nadie en las zonas afectadas atendía teléfonos (los rompían al escucharlos, o no les prestaban atención, como si no los entendieran, como si fueran un objeto extraño). Los grupos policiales y de investigación que llegaron a las zonas afectadas, veían y avisaban de la destrucción y la ola de muertes, pero tarde o temprano girarían la cabeza y se encontrarían con un monolito. Así, eran también afectados, se mutilaban y suicidaban.
La reacción de ver los monolitos por video o en imágenes generaba prácticamente el mismo estado de enajenación y corrupción mental. Era cuestión de tiempo para que alguna imagen se colara de algún canal de televisión o por internet, y miles de personas por todos lados se vieran afectadas.
Nadie podía detener el fenómeno de los monolitos: cualquiera que supiera de su existencia, los había visto, y era afectado. Cualquiera que quisiera romperlos, ya no querría hacerlo y por el contrario destruiría todo menos su preciado objeto.
La zona afectada creció, y las réplicas producto de las imágenes filtradas en internet y en televisión también. Al cabo de algunas semanas de inaugurado el primer megalito, ya estaban contagiadas las principales ciudades de occidente y del mundo: Buenos Aires, Córdoba (Argentina), Madrid, Santiago (Chile), Boston (EEUU), México DF, Caracas, Brasilia, Rio de Janeiro, Tokio, Moscú, Mánchester (Reino Unido), Delhi (India), Kuala Lumpur (Malasia), Toulouse (Francia).
En esos momentos, la plaga creció de manera tal en las diversas zonas del mundo, que afectó a más de 76.000.000 (setenta y seis millones de personas) y mató a casi 40 millones (el resto eran replicadores del megalito, o morirían en los días siguientes). En los meses siguientes, la plaga se extendió al interior de estos grandes países y se contagió a los lindantes. En menos de un año de iniciada la plaga, ésta llegó a las zonas rurales del mundo y a las regiones alejadas como las islas perdidas en el pacífico, a la Antártida y a los pueblos desconectados del Amazonas , de África y de Siberia.
Siete años pasados de la fundación del megalito, cada grupo humano con más de 100 personas había sido arrasado por la plaga. Antes de que se cumpla la década, el último ser humano moriría tirándose al mar, luego de haber ingerido carne humana y de haberse mutilado. La especie se extinguió.
Sabemos que todo lo que vemos y oímos, cualquier estímulo, puede generar una sensación, una emoción, un sentimiento, un pensamiento, un acto reflejo, un estado de ánimo o una conducta. Todo lo que percibimos nos genera respuestas en estos y otros términos, y nos puede llevar a actuar de una u otra forma.
Ver un arma apuntando hacia nosotros puede generar dentro nuestro una sensación de miedo, y si el armado se nos acerca, puede que instintiva o premeditadamente comencemos a correr para escapar. Ver un perro lastimado en la calle puede sumirnos en un estado de melancolía, y hacernos recordar aquella perrita que murió cuando éramos chicos. Una canción puede movernos por dentro y por fuera, alegrarnos el día o arruinárnoslo. Una película puede cambiar tu modo de ver la vida y el mundo, y así modificar por siempre tu conducta y tu mente.
Esto sucedió en Posadas, en la Provincia Argentina de Misiones…
Un artista de la ciudad, de quien no conoceremos jamás el nombre, fue el encargado de crear la escultura que adornaría la plaza central de Posadas, la que está en frente de la nueva Casa de Gobierno provincial. La escultura estaría formada por una serie de menhires de diversos materiales. No sería muy difícil su construcción, y en poco tiempo estuvo terminado y emplazado en medio de la ciudad.
Como toda obra de arte, las esculturas y megalitos generan en quienes las miran una serie de sensaciones y emociones. Pero esta no era una obra común. Era un megalito (un menhir) muy particular, con una forma muy particular, y que generaba en quien la miraba una serie de sensaciones puntuales. Al poco tiempo de que estuviera en su lugar y terminado, la gente que pasaba por la calle se agolpaba en torno a la obra de arte, mirándola atónitos. Ver el megalito generaba efectos muy puntuales en el sistema nervioso, en el cerebro y la mente. Despertaba un cúmulo de sensaciones y emociones que derivaban en conductas social y personalmente destructivas.
Generaba fanatismo y obsesión, las personas que veían el megalito no podían olvidarlo ni dejar de pensar en él. Generaba enamoramiento, la gente se enamoraba y omnubilaba por el menhir. Generaba también un sentimiento de ira, descontrol y sufrimiento interno. Generaba delirios de todo tipo. En los primeros minutos, cada visualizador de la obra vivía una sensación de culto por el objeto. En las horas siguientes una catarata de pensamientos trastornados y aberraciones se venían a la mente de aquellos hombres y mujeres. Las personas que lo veían, comenzaban a tener conductas horribles, violentas. Las víctimas del megalito se abstraían, se enajenaban, y en estados de euforia y entre delirios persecutorios, atacaban a las personas a su alrededor, las lastimaban, golpeaban, mutilaban y acecinaban.
Pero los afectados por el menhir no solo mataban. En pocas horas, cayeron en la antropofagia y el canibalismo. Tenian reacciones intintivas al ver mujeres embarazadas: las golpeaban hasta generarles un aborto. Las mismas mujeres que llevaban niños en su vientre, al ver el menhir se abstraían de la realidad y buscaban de todas las formas posibles quitarle la vida al niño por nacer. Los afectados también torturaron gente raptada al azar. Hubo grupos enteros de afectados que se movieron como en manada para asaltar barrios enteros, destruir todo, generar incendios y vandalismo, muerte. Grandes masas de personas asaltaron sedes gubernamentales y generaon masacres por toda la ciudad.
Más tarde, los afectados comenzaron una serie de suicidios en masa. Muchos se agolparon nuevamente alrededor del objeto cuando atardeció. Espontáneamente, algunos iban directo a él y se clavaban en las filosas puntas superiores de la obra. Morían desangrados y desgarrados. Otros se tiraron bajo los trenes, de los puentes, o en medio del tránsito. Algunos se sobremedicaron o pasaron de droga, se cortaron las venas, o pegaron un tiro. Una serie de personas organizaron suicidios grupales tan horribles, como hervir decena de litros de agua para arrojarse todos juntos dentro y morir cocinados. Otros se subieron a edificios y se tiraron, también en grupos, generando una pequeña lluvia de suicidas en el centro de la ciudad.
En medio de este caos, la gente que seguía pasando frente al monolito, iba adquiriendo los mismos síntomas y conductas. Con el paso de los días, la ciudad entró en una anarquía incontenible. Hubo miles de muertos.
Pero de vez en cuando, alguien veía el monolito y no le sucedía lo mismo que a los otros. Estas personas “especiales” eran afectadas por el objeto de un modo muy diferente. Se veía en ellos el delirio persecutorio y el culto por el menhir también, pero no los actos de vandalismo, de destrucción, de violencia, ni los instintos antisociales y suicidas. No, no.
Este grupo de personas, que en el inicio del fenómeno eran pocos o nadie, y que con el tiempo y la destrucción, y sobre todo después de los primeros suicidios comenzó a crecer, era un grupo de personas diferente. Estos tenían un enamoramiento tan grande por el objeto, que lo replicarían.
Estas personas especiales buscarían los materiales necesarios, y comenzarían a hacer réplicas del aparato. Réplicas sorprendentemente similares, que por supuesto causaban los mismos efectos en quienes las vieren. En unos pocos días, la plaza principal de Posadas estaba repleta de decenas de monolitos. Los suburbios los tenían también.
A medida que la ciudad se extinguía producto de las aberraciones cometidas por la masa de afectados, los monolitos aparecían en rutas cercanas a la ciudad y pueblos satélites. Allí, los monolitos generaron la misma destrucción. Posadas finalmente se convirtió en las ruinas de lo que era, en una ciudad desierta, con miles de cadáveres por todos lados, y llena de estos extraños objetos.
La plaga de monolitos se extendió en la región, y de ahí a ciudades más grandes. En las ciudades mayores la ola de muertes, suicidios y aberraciones fue gigante, y también la cantidad de afectados especiales que replicarían los objetos. Pronto las naciones aledañas de Uruguay y Paraguay, y las zonas del Noreste y Centro Argentino se verían afectadas.
Desde el resto de ciudades, se intentó investigar lo que sucedía primero en Posadas y luego en el resto de la zona. Pero nadie en las zonas afectadas atendía teléfonos (los rompían al escucharlos, o no les prestaban atención, como si no los entendieran, como si fueran un objeto extraño). Los grupos policiales y de investigación que llegaron a las zonas afectadas, veían y avisaban de la destrucción y la ola de muertes, pero tarde o temprano girarían la cabeza y se encontrarían con un monolito. Así, eran también afectados, se mutilaban y suicidaban.
La reacción de ver los monolitos por video o en imágenes generaba prácticamente el mismo estado de enajenación y corrupción mental. Era cuestión de tiempo para que alguna imagen se colara de algún canal de televisión o por internet, y miles de personas por todos lados se vieran afectadas.
Nadie podía detener el fenómeno de los monolitos: cualquiera que supiera de su existencia, los había visto, y era afectado. Cualquiera que quisiera romperlos, ya no querría hacerlo y por el contrario destruiría todo menos su preciado objeto.
La zona afectada creció, y las réplicas producto de las imágenes filtradas en internet y en televisión también. Al cabo de algunas semanas de inaugurado el primer megalito, ya estaban contagiadas las principales ciudades de occidente y del mundo: Buenos Aires, Córdoba (Argentina), Madrid, Santiago (Chile), Boston (EEUU), México DF, Caracas, Brasilia, Rio de Janeiro, Tokio, Moscú, Mánchester (Reino Unido), Delhi (India), Kuala Lumpur (Malasia), Toulouse (Francia).
En esos momentos, la plaga creció de manera tal en las diversas zonas del mundo, que afectó a más de 76.000.000 (setenta y seis millones de personas) y mató a casi 40 millones (el resto eran replicadores del megalito, o morirían en los días siguientes). En los meses siguientes, la plaga se extendió al interior de estos grandes países y se contagió a los lindantes. En menos de un año de iniciada la plaga, ésta llegó a las zonas rurales del mundo y a las regiones alejadas como las islas perdidas en el pacífico, a la Antártida y a los pueblos desconectados del Amazonas , de África y de Siberia.
Siete años pasados de la fundación del megalito, cada grupo humano con más de 100 personas había sido arrasado por la plaga. Antes de que se cumpla la década, el último ser humano moriría tirándose al mar, luego de haber ingerido carne humana y de haberse mutilado. La especie se extinguió.
Cwerty- Reputación :
Mensajes : 379
Fecha de inscripción : 23/05/2013
Re: Un Comienzo del Fin del mundo
Está bueno. Los infectados son como zombies, pero diferentes, y que se suicidan.
Valentino- Reputación :
Mensajes : 1098
Fecha de inscripción : 31/05/2012
Edad : 29
Re: Un Comienzo del Fin del mundo
Claro. La idea es que la imagen del coso les degenera o les activa ciertas zonas del sistema nervioso que los lleva a hacer lo que hacen.
Cwerty- Reputación :
Mensajes : 379
Fecha de inscripción : 23/05/2013
Re: Un Comienzo del Fin del mundo
Hace un tiempo vi una película, no me acuerdo bien de que se trataba, pero era algo así como de que cuando el viento golpeaba las flores, liberaban algo que volvía a los humanos suicidas. Estaba bastante buena la película, es una lástima que no sepa como se llama.
Valentino- Reputación :
Mensajes : 1098
Fecha de inscripción : 31/05/2012
Edad : 29
Re: Un Comienzo del Fin del mundo
Yo tambien vi la misma pelicula
Pero entealidad eran las plantas las que hacian el efecto suicidaa pero
Por dios eso SERIA LA DESTRUCION MASIVA D:
Pero entealidad eran las plantas las que hacian el efecto suicidaa pero
Por dios eso SERIA LA DESTRUCION MASIVA D:
revoblam- Reputación :
Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 07/01/2014
Localización : TUS PESADILLAS
Humor : Yolo es ser hipocrita : No SEAS YOLO PLZ!
Re: Un Comienzo del Fin del mundo
Recuerdas como se llamaba? Quiero volvera verlarevoblam escribió:Yo tambien vi la misma pelicula
Pero entealidad eran las plantas las que hacian el efecto suicidaa pero
Por dios eso SERIA LA DESTRUCION MASIVA D:
Valentino- Reputación :
Mensajes : 1098
Fecha de inscripción : 31/05/2012
Edad : 29
Re: Un Comienzo del Fin del mundo
Sorry pero no me acuerdo xD
Aunque creo que se llama los ultimos dias o tenia una palabra parecida (En serio me estoy intentando acordar )
Aunque creo que se llama los ultimos dias o tenia una palabra parecida (En serio me estoy intentando acordar )
revoblam- Reputación :
Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 07/01/2014
Localización : TUS PESADILLAS
Humor : Yolo es ser hipocrita : No SEAS YOLO PLZ!
Re: Un Comienzo del Fin del mundo
La peli de la que habláis es The Happening, El Incidente en Español, al menos en España XD. A mi me encantó!!
Angelus_86- Reputación :
Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 15/04/2013
Re: Un Comienzo del Fin del mundo
SIIIII gracias Angelus, ahora la busco y la descargo *_*
Valentino- Reputación :
Mensajes : 1098
Fecha de inscripción : 31/05/2012
Edad : 29
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