Power

Tuve un sueño extraño. Soñé que tenía los ojos cerrados, pero veía. Estaba acostado en mi cama, y había un hombre al lado. Estaba conversando con alguien, pero no entendía con quien ni que decía. De repente dejó de hablar y me miró. Entonces se acercó a mi y me miró a la cara. Me miró y sonrió. Entonces me tocó la frente, tenía los dedos fríos. Desperté.


Me toqué la cara y estaba congelado. Había dejado la ventana abierta, eso explicaba todo. Me levanté y cerré la ventana. Miré mi reloj: las ocho y media. Tenía que estar en el trabajo para las nueve. Trabajaba repartiendo periódicos. Iba a buscarlos con mi bicicleta al kiosko y los repartía por tres manzanas. Bajé, desayuné tostadas, salí de mi casa con las llaves y me subí a mi bici. El camino hasta el kiosko era tres calles derecho y doblaba a la derecha, dos calles. Llegué al lugar y cogí los periódicos. Cuando terminé de entregarlos, volví y me dieron la paga. Si no fuera por el trabajo de mi mujer, no hubiera podido mantenerme. Ella siempre me reprochaba que debía ser yo el que manejara los asuntos económicos, y no ella. Pero las cosas eran así. Volví a mi casa, por el lío de ayer no podía ir al bar. Fui arriba a ver la tele en la cama. Me acosté en la cama y me pareció que estaba muy frío. Miré para atrás y vi un montón de hielo sobre la cama.
Me sobresalté y puse la estufa, afuera no hacía tanto frío. Me puse abrigo y seguía teniendo frío. No podía seguir adentro. Me saqué el abrigo y fui afuera. Mucho mejor, no hacía frío. Salí a caminar hasta que la habitación esté mas o menos calentita. Caminé por la calle y me chocó una persona que iba un poco rápido. Lo miré.
-¡Eh! Cuidado por donde vas... -dije
Tenía unos ojos amarillos y me estaba sonriendo. Luego siguió caminando. Me pareció extraño, pero seguí. Doblé a la derecha y un grupo de hombres con mascaras estaban parando el tráfico. Tenían dos carteles. El primero, escrito con rojo, decía:

DEJEN DE MENTIRNOS, DIGAN LA VERDAD

El segundo, y mas grande, decía, en azul:

SABEMOS LA VERDAD, HÁGANLA PÚBLICA O LO HAREMOS NOSOTROS

No sabía a que se referían, así que seguí caminando. Visualicé un kiosko a lo que parecían 2 cuadras, así que fui. No se porque me parecieron 2, eran 8. No entendí porque lo había visto mas cerca. Me compré un paquete de cigarros y le pedí al dueño un encendedor. Al prender el encendedor, el fuego se congeló. No entendía. Tal vez mi aliento estaba frío, así que lo alejé de mi boca y pude encenderlo el cigarro. Se lo devolví al dueño y decidí volver a mi casa por otro camino. Había ido por la izquierda, así que decidí volver por la derecha. Me equivoqué. Llegué a un callejón sin salida. Cuando me di la vuelta para volver, vi cuatro hombres en frente mio que me miraban. Tenían los puños cerrados, así que supuse que me querían robar. 
-No tengo nada.
Se quedaron mirándome quietos, como si no hubieran escuchado nada. Uno que tenía un gorro de invierno, el que parecía el jefe, me habló:
-Lo sabemos. No queremos tus cosas. Te queremos... a ti.
-Con que quieren secuestrarme. Salí campeón de boxeo en la universidad.
Los cuatro se rieron.
-Me das risa, Michael
Eso me sorprendió, y me empecé a asustar. 
-¿Cómo... cómo sabes mi nombre?
Miró a sus compañeros y se rió.
-¡Todavía no lo sabe! -se rió-
-¿Que sabes de mi? ¿Qué cosa es la que no se?
-Fui enviado para matarte, Michael. Y no es por lo del bar.
Fue suficiente para mi. Corrí a darle un golpe. Le di en el estómago y lo empujé. Salí corriendo y los cuatro se quedaron ahí, quietos. Doblé para la derecha en dirección a mi casa. Cuando llegué... toda mi casa ardía. Estaba prendida fuego. Me llevé las manos a la cabeza. No sabía que hacer. Escuché el sonido de los bomberos. De repente, un sueño me invadió y me quedé dormido en frente de mi casa.